“La coma, esa puerta giratoria del pensamiento" - Julio Cortázar

 

                            Una coma podría parecer una nimiedad, algo intrascendente, sin reglas fijas de uso. Un escritor novato puede desestimar su importancia pero motivado por sentimientos de compasión y piedad hacia el lector, que debe respirar en algún momento, acepte insertar ese modesto signo de puntuación a tal efecto.

                      La lectura y el análisis de los ejemplos que se ofrecen a continuación modificará radicalmente la creencia de quienes se cuenten entre los que adhieren a la postura descripta en el primer párrafo. 



                       Evidentemente no es lo mismo:

1.- Prohibido fumar gas inflamable.  /    Prohibido fumar, gas inflamable. 

        


                        

                Aquí dejamos algunos textos para reflexionar acerca de la importancia de una coma correctamente ubicada en el cuerpo de un texto. Y del cambio de significado que se produce si la coma cambia de lugar.

                         Podremos así comprender las palabras de Julio Cortázar. Una coma puede girar la orientación del pensamiento expresado. Veamos: 

2.- Perdón imposible, que cumpla su condena.  / Perdón, imposible que cumpla su condena.

3.- No queremos saber.    / No, queremos saber.

4.- ¡¡No tenga clemencia con él!!    /     ¡¡No, tenga clemencia con él!!

5.-  Se necesita secretaria, inútil presentarse sin referencias.  /   Se necesita secretaria inútil,  presentarse sin referencias.

6.-  Se cuenta de un señor que, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente testamento, falto de todo signo de puntuación:

       «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás páguese la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo».            

        Se dio lectura del documento a las personas aludidas en el mismo y cada cual se atribuía la preferencia; mas, a fin de resolver estas dudas, acordaron que cada uno de los grupos interesados en la herencia presentara el escrito con los signos de puntuación cuya falta motivaba la discordia. Y, en efecto, el sobrino Juan lo presentó de esta forma:
       «Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, páguese la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».
          
Como se ve, el favorecido era Juan; pero Luis,  lo arregló del siguiente modo:
    «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No: a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, páguese la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo

         El sastre a su vez, justificó su reclamación como sigue:

     «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. Páguese la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo».               

       De este modo, el sastre intentó cobrar su cuenta; pero se interpusieron los jesuitas, reclamando toda la herencia, sosteniendo que la verdadera interpretación del escrito era ésta:

    «¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Páguese la cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para los jesuitas todo. Lo dicho es mi deseo».          

        Esta lectura motivó gran escándalo entre los concurrentes y para poner orden acudió la autoridad. Ésta consiguió restablecer la calma y, después de examinar el escrito objeto de la discusión, exclamó en tono severo:
       «Señores, aquí se trata de cometer un fraude; la herencia pertenece al Estado, según las leyes en vigor; así lo prueba la verdadera interpretación del escrito, que es la siguiente:
    '¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás páguese la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo.'
     
En virtud de esta interpretación y, no resultando herederos para la herencia, yo, el Juez...etc., etc., , me incauto de ella en nombre del Estado. Queda terminado el asunto". 

        Esperamos que los lectores de esta página se ocupen de estudiar las reglas de uso de la coma para no ocasionar entreveros a sus descendientes.

 

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